Amantes de la bicicleta
El amante de la bicicleta a quien le gustaba coleccionar bicicletas de alambre, y las cuidaba y las limpiaba y las miraba y las mostraba a sus amigos, le dijo a uno a quien le gustaba mirar las carreras ciclistas por televisión: «Tú no eres un amante de la bicicleta».
El amante de la bicicleta a quien le gustaba mirar las carreras ciclistas por televisión, desde el sillón de su casa, soñar y emocionarse, le dijo a uno a quien le gustaba salir a pasear en bicicleta por el parque cada domingo: «Tú no eres un amante de la bicicleta».
El amante de la bicicleta a quien le gustaba salir a pasear en bicicleta por el parque cada domingo, con sol o con lluvia, siempre por los mismos senderos, despacito, le dijo a uno a quien le gustaba ir a comprar el pan en bicicleta: «Tú no eres un amante de la bicicleta».
El amante de la bicicleta a quien le gustaba ir a comprar el pan en bicicleta cada día, con su cesta de mimbre bien sujeta al manillar, le dijo a uno a quien le gustaba hacer descenso en bicicleta: «Tú no eres un amante de la bicicleta».
El amante de la bicicleta a quien le gustaba hacer descenso en bicicleta, con su casco integral y sus protecciones, con su sofisticada y cara bicicleta cubierta de barro, le dijo a uno a quien le gustaba hacer excursiones en bicicleta organizadas: «Tú no eres un amante de la bicicleta».
El amante de la bicicleta a quien le gustaba hacer excursiones en bicicleta organizadas, con su itinerario previsto, con su horario calculado, su seguro y su coche de apoyo, le dijo a uno a quien le gustaba viajar en una vieja bicicleta cargada con alforjas: «Tú no eres un amante de la bicicleta».
El amante de la bicicleta a quien le gustaba viajar en una vieja y curiosa bicicleta cargada con alforjas, sin importarle las cuestas ni el reloj ni los mapas, no dijo nada y siguió su solitario y lento camino.