Manillar

Una bicicleta con dos manillares

La bicicleta Anacleta con dos manillares

En los primeros intentos de instalar un manillar bajo, que mostraré a continuación, no desmonté el manillar alto. Por un lado no sabía si el manillar bajo daría resultado; por otro quería comprobar la diferencia de postura y manejo entre ambos. Por ello durante unos días la bicicleta tuvo dos manillares y un aspecto único.

Es interesante observar la bicicleta con ambos manillares e intentar hacerse una idea de la diferencia: en un caso uno tiene una columna metálica de dos kilogramos delante del pecho y sobre el centro de gravedad, a la que debe agarrarse y contra la que debe luchar para mantener la dirección; en el otro caso uno dispone de un manillar más ligero y bajo el centro de gravedad, que las manos pueden asir en una posición natural sin hacer esfuerzo, siguiendo el movimiento que marcan las piernas.

La bicicleta con dos manillares

La intuición engaña a quien no haya probado un manillar bajo: Aparentemente parece más fácil, cómodo y seguro usar un manillar alto, pero la práctica desmiente esa primera impresión.

En el caso de la tracción delantera las desventajas del manillar alto se mostraron más claramente: Había que estar continuamente haciendo esfuerzo para mantenerlo en su posición y era muy difícil que acompañara naturalmente el movimiento de las piernas. Además su peso y su altura contribuían a desequilibrar la bicicleta, sobre todo en las curvas. A todo esto hay que añadir la incomodidad de tener la barra entre las piernas, impidiendo el libre movimiento de estas en los giros, y la peligrosidad de tener una barra metálica delante del cuerpo en caso de caída.

Primer intento de alargar el manillar

Manillar

El manillar más largo y curvo que tenía no era suficiente. Alargué sus extremos insertando en ellos barras de madera de haya, tras lijarlas para reducir su grosor en la zona a insertar. El menor grosor de la madera no permitía abrazar a ella las manetas de freno y de cambio. Por ello sujeté las manetas de freno al borde del manillar metálico, de forma que la madera hace de puño. Afortunadamente los puños de gomaespuma no bailaban demasiado en la madera, a pesar de la diferencia de grosor.

No corté la madera sobrante, en previsión de que pudiera hacer falta para sujetar algún accesorio, como un espejo retrovisor. Mientras tanto, con un segundo par de puños de gomaespuma, cortados a la medida, cubrí la madera por completo (en la foto no están colocados).

Manillar

Sin embargo, era un inconveniente que las manetas de freno quedaran tan bajas, pues ello obligaba a cambiar la posición de las manos para poder frenar Pensé alargar los extremos del manillar con restos de otro manillar, uniendo las partes con un tubo interior pegado, como había hecho con el tubo de la horquilla. Sin embargo antes decidí probar algo más sencillo y ligero: engrosar la madera en el lugar donde debía sujetar la maneta de freno. Para ello empleé una simple cámara de bicicleta como funda. Funcionó.

Manillar

Pero no por mucho tiempo. Como cabía esperar, con el uso, mes tras mes, la madera fue cediendo poco a poco y los puños empezaron a moverse dentro del manillar metálico. Había que intentarlo de otra manera.

Segundo intento de alargar el manillar

Manillar cortado

Siete meses después, a finales de junio de 2009, intenté una solución mejor que ya había pensado en su día: alargar el manillar con pedazos de otro manillar. Así el grosor de los extremos sería el mismo que el del resto. solo necesitaba una pieza intermedia para pegar ambas partes interiormente, como había hecho para acortar el tubo de la horquilla.

Tras considerar todos los manillares de todo tipo que tenía, concluí que el más adecuado para obtener las extensiones era el manillar original de Anacleta; desde la transformación de la bicicleta en reclinada, lo había estado usando en otra. Era ligero, de aluminio, muy resistente y de buena calidad; era de fabricación italiana. Eran las características adecuadas. Me dolió partirlo en pedazos, después de casi veinte años. De la bicicleta original ya solo quedaba el armazón (sin la horquilla delantera), la tija del sillín, las ruedas, el pedalier, el plato, las bielas, los pedales y el freno trasero…

Partes de manillar

En su interior encontré una sorpresa: unos tubos cortos, de superficie rayada y cortados longitudinalmente, que eran justo lo que necesitaba para unir las extensiones al manillar. Debían de ser los agarres de unos cuernos, que se habían quedado olvidados en su día dentro de los extremos del manillar.

Manillar

Pegué los agarres hasta su mitad en el interior de los pedazos de manillar, con pegamento Araldit de dos componentes, y lo dejé secar un día. Después engrosé ligeramente con masilla-pegamento los extremos salientes de los agarres para que encajaran a presión en el manillar y, cuando la masilla-pegamento se secó y se endureció, pegué las extensiones al manillar con Araldit y dejé secar el conjunto durante un día más, bien sujeto y apretado con pulpos.

Desde entonces las extensiones del manillar no se han movido; la unión sigue tan firme como el primer día.