Regreso

Bicicleta

He leído una vez más «Regreso», uno de mis relatos preferidos de Theodore Sturgeon. Aviso de que voy a destriparlo un poco, incluido su final.

Las citas que incluyo provienen de la edición de Minotauro de 1996, en traducción de José Valdivieso; Regreso es también el título del libro, que incluye nueve relatos del autor, publicados originalmente entre 1939 y 1946.

Así es como empieza:

Cuando Paul escapó de su casa, no se encontró con nadie, y no vio a nadie mientras alcanzaba la carretera. La carretera se abría de pronto muy ancha en la vuelta de la loma, pasaba el extremo del camino municipal y se estrechaba hasta perderse en una punta de alfiler clavada en el horizonte.

Y así es como termina, brillante y sorprendente, tan solo nueve páginas después:

—Paul.

—Sí, señor.

—Se me acaba de ocurrir. Estabas allí en el cruce. ¿No estabas escapándote?

—No —dijo Paul, con una mirada que expresaba ante todo perplejidad—. Estaba volviendo.

Paul efectivamente estaba volviendo, estaba regresando tras haber regresado ya tres veces con su imaginación, en tres vehículos diferentes (no en bicicleta; en automóvil, en tren y en avioneta), con tres personalidades diferentes y con tres vidas diferentes; tres diferentes «Paul», ninguno de las cuales termina por convencerle. Así, como si realmente hubiera escapado tres veces y vivido tres posibles vidas, esa tarde regresa antes de que lo echen de menos.

Este breve relato siempre me recuerda el poder de la imaginación para construir la realidad; tanto la realidad que deseamos como la realidad que tememos. La imaginación, el pensamiento, es el material con que todo es construido.

Al chico protagonista de «Regreso» la imaginación le hace sentir que en un rato ya ha vivido todo lo que hubiera podido vivir; le hace cambiar de planes y le hace regresar.

Pero una de esas vidas imaginadas, contemplando la tentación de la punta de alfiler en que se convierte la carretera en el horizonte, bien podría ser la vida. Entonces por fin sería el momento de regresar de verdad: regresar a ese lugar nuevo y desconocido, ese lugar que hasta entonces solo vivió en la imaginación; y que por supuesto no es el lugar del que uno partió cuando escapó.