2022-08-12: De Cervera de los Montes a Marrupe
Cervera de los Montes
07.11. Mi hotelito rural al amanecer no tenía mal aspecto, tras la larga noche toledana a la que durante varias horas contribuyó, por si faltara poco, un insistente mosquito. Por suerte llevaba en el equipaje la mosquitera de cabeza.
Una vez reanudada la ruta, con la luz del día fue fácil comprobar que había acampado a muy poca distancia de la carretera y del pueblo. Si hubiera decidido continuar la búsqueda de un lugar mejor para vivaquear no lo hubiera encontrado.
08.22. Las banderitas españolas colgadas sobre las calles explicaban la música y el enorme jaleo que habían llegado hasta mi vivac aquella noche: Cervera de los Montes estaba en fiestas. Por si fueran pocos indicios, cuando atravesé la plaza una cuadrilla ya desmontaba el escenario.
08.38. Despistado por un falso recuerdo del mapa, creí que el camino rural que llevaba a Hinojosa de San Vicente partía de Cervera de los Montes. La consulta a varios lugareños no me ayudó, porque desde el pueblo parte un ramal de ese camino, aunque abandonado e impracticable, y que se llama igual: camino del Tejar o de Hinojosa.
Durante el pequeño rodeo pasé, tanto a la ida como a la vuelta, por un pequeño parque deportivo para mayores. Tenía apariencia de no haber sido usado en mucho tiempo, con sus aparatos de ejercicios casi comidos por la vegetación.
09.14. Aclarada por fin la confusión regresé sobre mis rodadas para tomar la carretera CM-5100 en dirección a Marrupe.
De Cervera de los Montes a Marrupe
Los 4 km de carretera se me hicieron muy largos y pesados. La bicicleta tan cargada se vuelve inestable subiendo a baja velocidad y mucho más arrancando cuesta arriba. El tránsito de coches era ligero e irregular, pero su velocidad era muy alta. El arcén no era suficientemente ancho para circular con comodidad y seguridad.
La solución en estos casos es la paciencia: empujar la bicicleta caminando cada vez que la prudencia y el cuerpo lo pidan, que será muy a menudo, y cambiar de lado de la carretera, con el oído y la vista bien aguzados, siempre que la visibilidad lo exija, incluso contraviniendo las normas de circulación: empujando una pesada bicicleta por el arcén, a veces es más seguro caminar por la derecha de la carretera que por la izquierda, por ejemplo para girar a la izquierda en un punto con cambio de rasante: de otro modo uno podría encontrarse de frente con un coche inesperado.
El calor no lo hacía más fácil. Entre cambios de arcén, bajadas de la bicicleta para empujarla, subidas a la bicicleta para pedalear, esperas para que pase tal o cual coche, o para asegurarse de no se oye otro aproximándose… Entre tanto trajín, cada poco rato hay que aprovechar cualquier lugar adecuado para detenerse con seguridad, refrescarse, hidratarse y descansar un momento.
Marrupe
10.53. Un banco a la sombra da la bienvenida a la entrada de Marrupe.
A falta de consultar el mapa, un pequeño camino que salía de ese punto de la carretera bien podría ser el que llevara a Hinojosa, aunque no lo parecía.
11.03. Tras echar un vistazo a pie y preguntar a unos lugareños, encuentro el camino al verdadero camino: hay que tomar la corta calle Tejar, la primera a mano izquierda al entrar en el pueblo.
Tras unos metros hay un panel informativo, similar al del camino de Cervera, que explica el sendero GR-63 o senda de Viriato y en particular el trecho desde Marrupe hasta Hinojosa de San Vicente.
A unos pasos espera por fin la entrada al camino, asfaltado y tranquilo.
Por suerte el límite de peso de 16 toneladas no es un inconveniente, a pesar del exceso de equipaje; el límite de velocidad de 40 kilómetros por hora sí podría serlo en algunas fuertes bajadas… si las hubiere, cosa dudosa subiendo a la sierra.
11.47. Cambio de planes.
El camino a Hinojosa de San Vicente tenía buena pinta, pero mi plan era abandonarlo en cierto punto para subir a la sierra por una variante. La intención era evitar las carreteras: primero la CM-5100 hasta Navamorcuende y después la estrecha y sinuosa TO-1375/TO-9045V, ambas no muy recomendables en mi situación.
Con el exceso de peso, el muchísimo calor, sin garantía del estado del largo camino de subida y tras una noche sin dormir, decidí que el ascenso a la sierra en bicicleta tendría que esperar mejor ocasión.
Pasé el resto del día hasta la tarde cargando las baterías de los dispositivos, al sol; y las baterías propias a la sombra: con agua, comida, descanso y lectura.