A quien piense que las bicicletas reclinadas son una «castaña» en las subidas

Presentación

En junio de 2007 me escribió el autor del texto que sigue, Paco Mira, un ciclista granadino que había descubierto recientemente las bicicletas reclinadas, se había comprado una y estaba muy satisfecho con ella. Por el interés de su testimonio, y con permiso de Paco, transcribo a continuación un texto preparado por él (con unas mínimas correciones lingüísticas mías) para dar a conocer su experiencia.

A quien piense que las bicicletas reclinadas son una «castaña» en las subidas

¿Has probado alguna de esas «castañas»? Yo tengo una, ya le he hecho 4500 km y estoy supercontento.

Se puede decir que es una todo-terreno pues la tengo con neumáticos de 35, doble suspensión, buje dinamo de SON, guardabarros, porta-equipajes y gran bolsa de trasporte. Total, 24 kilitos de nada y te puedo decir que aun con ese «lastre», el único terreno donde he de rendirme a los ciclistas mártires-masocas es la subida pero… prueba tú a subir con tu bici normal y a la espalda una mochila con… digamos de 14 a 18 cartones de leche (dejémoslo si quieres en 15 que es caja y media). ¿Me vas a explicar cómo subirías en esas condiciones comparado con tus compañeros que llevan solo una cámara, la bomba y el bote de agua?

Después de 12 años de práctica competitiva, tuve que dejar la bici hace ya 26 años (tengo 57) porque mis vértebras dorsales ya no soportaban el suplicio de la postura. Andaba buscando por internet una de montaña con doble suspensión que me permitiese ir erguido para proteger mi espalda, cuando me tropecé con este antiguo concepto, la bicicleta recinada, que me era totalmente desconocido y enseguida comprendí que era «lo mío». Hoy en día, después de los km recorridos, tengo que recomendarla a todo el mundo debido a sus innegables ventajas.

¡Y no todas pesan como la mía! las hay desde 8 kg. Yo espero comprar otra de entre 9 y 11 kg con la que espero poder ir «de motorista» entre los grupos de «esforzados de la ruta» y mártires de un despropósito (tal fue a principios del siglo XX, la prohibición de la UCI para que las reclinadas no pudieran participar en competiciones oficiales (porque se las empezaban a llevar todas aun conducidas por ciclistas mediocres). Ya que establecieron la uniformidad, se podían haber decantado por la mejor opción, digo yo.

Suelo hacer las bajadas sin pedalear y aun así, los «ciclipinchados» se me quedan de rueda a poco que se despisten; en terreno llano voy con ellos (a igualdad de fuerzas, seguro que los dejaría).

¡Ah! se me olvidaba añadir algo de mi propia cosecha a las «superiores características» de las bicicletas reclinadas y es que debido a la postura del cuerpo y a la protección de toda la espalda con el asiento, en bici reclinada pasarás menos frío en invierno (especialmente si el día es soleado) y menos calor en verano. Este invierno me he hartado de circular con ropa de verano mientras todos los sufridores con los que coincidía iban con gorro, pasamontañas, manga y pantalón largos, botines, guantes gruesos… yo les preguntaba si es que tenían frío y ellos que qué me iba a poner en verano, je. Como la tengo desde el verano pasado, sé lo que ponerme en verano y sé que pasaré mucho menos calor que ellos debido a que mis zonas expuestas al sol son también mis zonas mejor refrigeradas por el aire. No hablemos de la espalda que suda tanto en invierno como en verano con las primeras pedaladas aunque nunca alcanza la temperatura de una espalda a la que le da el sol «de macetilla».

Otra característica de la reclinada es su tolerancia al viento, especialmente al viento contrario, que en otros tiempos era mi peor enemigo (nunca lo he pasado peor que progresando por un llano con el viento en contra y los dientes en el manillar para mejorar la aerodinámica). Por su excelente aerodinámica, como ocurre en las bajadas, puedes circular tranquilamente junto a un grupo que a relevos se machaca contra el viento, mientras que a ti solo te supone una pequeña molestia, unos pocos km/h menos de velocidad.

Hoy mismo vengo de hacer 110 km y no quiero ni contarte el placer que produce pasar «como una moto» a aquellos que, «cruelmente» (es un decir) te habían pasado antes en la subida previa. No se puede «escalar» pero te aseguro que el asiento proporciona mucho mejor apoyo (y sin que sufra tu espalda) que tus propios brazos tirando hacia arriba del manillar.

Con esto ya está dicho casi todo. ¡Ahora vas y lo cascas!

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