Las intenciones del viento
Los ciclistas suelen decir que en la bicicleta el viento es lo único que te da de frente; lo dicen de otra forma más detallada y con palabras menos elegantes. Solo es un dicho burlón del que el viento no tiene culpa.
En el camino, en bicicleta, el viento te lastra para fortalecer tu paciencia; el viento te mece para perfeccionar tu equilibrio; el viento te enfría para endurecer tu cuerpo; el viento te susurra para afinar tu entendimiento.
En el camino, en bicicleta, no es grande la tentación de detenerse para mirar lo que dejas atrás; no hay bailes de máscaras a los que haya que jugar; y es fácil olvidar los viejos y oscuros palacios de invierno, por cuyas ventanas se cuela también el viento, con otras intenciones.
Uno de los poemas más logrados que escribiera, musicara y cantara Manolo Tena (de tarde en tarde genial, desde sus comienzos) habla de las mentiras del viento; y si en sus versos no menciona la bicicleta no es por olvido: en el camino, en bicicleta, el viento nunca miente.