Buenas señales
El mes pasado hice una breve salida de tres días en solitario para probar la versión Crucero Fantasma de Anacleta. Me preocupaban especialmente la potencia y el manillar Ambos aguantaron bien y tras el regreso les hice algunas mejoras importantes. También perfeccioné la sujeción de la última versión de las alforjas.
Aunque la luminosa y vasta llanura castellana me regaló el privilegio de no necesitar cambiar de plato durante todo el viaje, lo hice alguna vez en la subida de alguna cuestecilla (si acaso tal nombre reciben en Castilla): bajé de plato con el talón, solo para practicar. No es tan fácil como en la última versión del proyecto Cóndor (en que podía también subir de plato tirando de un cordel que estaba unido al tubo guía de la cadena) pero puede hacerse. Y en el peor de los casos no pasa nada por detenerse, poner los pies en el suelo y cambiar la cadena con la mano. Menos piezas significa menos peso y menos problemas: el desviador delantero es prescindible, como ya sabía.
A veces una inesperada señal de stop es un buen regalo también, para sentarse a reflexionar y contemplar con calma un momento el mundo alrededor, que necesita ir tan deprisa; También puede ser un buen augurio: el viaje terminó en los idus de marzo: muy buena señal; una más.