2014-09-14: De Boadilla del Monte a la cañada entre Villamanta y Valmojado

Primera jornada del viaje cuyo final previsto estaba en Utiel (Valencia). Hasta allí, los únicos lugares por los que quería pasar eran Yepes (Toledo) y Santa María del Campo Rus (Cuenca). El resto lo decidiría sobre la marcha. Pero el propio camino y las nubes decidieron otra cosa y, como suele ocurrir, la ruta terminó de forma diferente a lo planeado.

Boadilla del Monte

Bicicleta

Tal como me había aconsejado una pareja de la Guardia Civil que se había detenido interesándose por mi bicicleta, esperé a que amaneciera antes de tomar la M-513 hacia Brunete, Al parecer la carretera, me dijeron, no tenía buen arcén y, en cualquier caso, era preferible esperar a que saliera el sol y a que regresaran a su casa los conductores que volvían de una noche de sábado de fiesta.

Al poco de instalarme para esperar el amanecer en la pequeña zona con bancos junto a la hamburguesería, brotaron del suelo invisibles aspersores que me empaparon y empaparon la bici antes de que pudiera recoger todo y apartarme. Increíble: había aspersores allí para regar las casi imperceptibles líneas de césped que sobrevivían entre las losas de cemento. Litros y litros de agua, durante un largo rato, bañaron estúpidamente todos los bancos.

Por otra parte, el viaje había empezado con un grave problema mecánico: la biela derecha estaba floja y empezó a sonar a cada pedalada. No solo había olvidado apretar los tornillos de las bielas en la última revisión antes de salir, sino también la llave allen adecuada para hacerlo. Por suerte, atravesando las urbanizaciones de Boadilla del Monte me crucé con uno de sus puestos de vigilancia y pedí ayuda. No tenían la llave adecuada pero, tras mucho buscar, encontraron una llave torx que afortunadamente encajaba y con la que me apretaron los tornillos de las dos bielas. Esto me salvó de ir caminando a Brunete y esperar allí hasta el lunes para encontrar una solución.

Brunete

Brunete

Llegué a Brunete a las 9:20, tras 21,40 km. Algo escondida por las atracciones montadas para las fiestas del pueblo, había una fuente en el cercano parque que está junto a la piscina municipal, tal como un policía local me había indicado. Fiestas significa, desgraciadamente, residuos fuera de lugar. El suelo estaba sembrado de residuos que los vecinos habían «olvidado» colocar en los contenedores adecuados la noche anterior. Los comandos de limpiadores luchaban contra ellos con sus desproporcionadas armas: sopladores con ruidosos motores de explosión interna. Los residuos, rendidos al fin más por el ruido que por el soplido de aquellos carminativos bazokas infernales, terminaban acorralados en las esquinas, donde un segundo comando presto los recogía con tradicionales, silenciosas y amables escobas.

Aseo en la fuente, comida e imposible descanso. De banco a banco, esquivando los comandos de trueno. Cuando el parque empezó a estar limpio, empezó también a poblarse de vecinos. Empezaba otro día de fiesta; a las 11:30 el sol estaba ya muy alto y era hora de continuar viaje hacia Sevilla la Nueva, por la M-600.

Sevilla la Nueva

Llegué a Sevilla la Nueva a las 12:40, tras 29,96 km acumulados en el día. Atravesé andando el pueblo, que también estaba en fiestas, siguiendo las indicaciones a Villanueva de Perales. Poco después de dejar atrás Sevilla la Nueva, un cartel señalaba la salida a la derecha a una zona recreativa. Para llegar a ella había que recorrer casi un kilómetro cuesta abajo por una vía de grava irregular. Aquel lugar podía ser una buena opción para comer y descansar. Pero subir después por el mismo camino para regresar a la carretera no parecía una sobremesa apetecible, de modo que no me desvié. Comí a la sombra de un árbol junto al desvío.

Vía pecuaria hacia Valmojado

Vía pecuaria

Me fijé en un camino que salía a la izquierda de la M-523, la carretera de Sevilla la Nueva a Villanueva de Perales. Lo que iba a ser un lugar de descanso por unos minutos se convirtió en ruta alternativa: una consulta al mapa electrónico reveló que se trataba de una cañada que conducía directamente a las cercanías de Valmojado, atravesando la M-507. Este camino me ahorró ir por carretera hacia Villanueva de Perales, Villamanta y Méntrida, como era el plan inicial.

Vía pecuaria

Una gasolinera en cuyo aparcamiento descansaban autobuses y camiones anunciaba la M-507, a la que había que incorporarse brevemente para retomar la vía pecuaria.

Dirección bloqueada

Un truco que ideé en su día para empujar cómodamente una bicicleta reclinada desde atrás, sin torcer lateralmente la espalda, es bloquear la dirección con un pulpo o una cuerda. Así es posible colocarse detrás y empujarla como una carretilla. Para cambiar la dirección bastaba encabritar ligeramente la bici, empujando hacia abajo el extremo posterior del portabultos.

Después mejoraría el método: bastaba atar el pulpo solo al puño derecho, y usarlo como rienda para corregir el rumbo, pues la bici tendía a desplazarse a la izquierda.

Campamento al atardecer

Primer campamento del viaje, en un alto, protegido por un árbol, cerca de la vía pecuaria entre la M-507 (entre Villamanta y Navalcarnero, en Madrid) y la N-V (a la altura de Valmojado, en Toledo).

Como siempre, conviene elegir un lugar discreto; que no sea fácilmente visible ni accesible desde las vías cercanas, especialmente para los coches; y que tenga fácil salida hacia alguna de ellas, preferiblemente descendente.

Distancia recorrida en el día: 46 km.