Ventajas de las bicicletas reclinadas

Comodidad

Todo lo que se diga sobre la comodidad de las bicis reclinadas es poco. La primera vez que se prueba una ya no hay vuelta atrás: las bicis convencionales nos parecerán desde ese instante un potro de tortura, que es lo que realmente son.

Después de pedalear en una bici reclinada podremos sentir cansancio en las piernas, según la distancia recorrida, lo cual es perfectamente natural y además muy saludable, pero seguro que no nos dolerá el culo ni los brazos ni las muñecas ni la espalda ni los hombros ni el cuello… dolores habituales cuando montamos en una bici convencional.

Las bicis reclinadas son cómodas porque están construidas alrededor del ciclista, es decir, para que el ciclista adopte la postura más cómoda, natural y eficaz posible. Por el contrario, las bicis convencionales obligan al ciclista a adoptar una postura antinatural que provoca muchos problemas de salud.

Lo que a primera vista llama más la atención de las bicis reclinadas suele ser el asiento, aunque no es lo único que contribuye a la comodidad. Veamos uno por uno todos los aspectos:

Asiento confortable

Estamos tan acostumbrados a los minúsculos sillines de las bicis convencionales, que la idea de ir pedaleando cómodamente sentados de verdad resulta chocante a mucha gente.

Lo cierto es que la presión a la que sometemos una zona tan pequeña y delicada de nuestro cuerpo cuando vamos «sentados» (mejor sería decir «pinchados») en lo alto de un sillín convencional no es nada saludable, ni a corto ni a largo plazo: dolor de culo, inflamaciones, forúnculos, etc. Los varones además han de sufrir las consecuencias de la enorme presión sobre la próstata. Para las mujeres la mayoría de los sillines de bici convencional son simplemente insufribles.

Los fabricantes de sillines convencionales intentan aliviar muchos de esos problemas con costosos diseños «ergonómicos», nuevos materiales, fundas y más fundas para las fundas… El único diseño ergonómico de verdad es el que nos permite sentarnos cómodamente de forma natural.

Un asiento y un respaldo firmes y mullidos como los de las bicis reclinadas nos permitirán pedalear con total comodidad.

Hay muchos tipos de asientos para reclinadas. Los asientos de reclinadas urbanas o de turismo suelen ser de estructura de aluminio con una cubierta de lona tensada; son más cómodos para largos recorridos. Los asientos de reclinadas deportivas suelen ser rígidos (por ejemplo de madera o fibra de vidrio) y cubiertos de una capa mullida (por ejemplo de gomaespuma); son más eficaces para pedalear pero menos cómodos para largos recorridos.

Brazos, manos y muñecas relajados

En una bici convencional, los brazos soportan el 40% del peso del ciclista. Esto provoca tensión en hombros, brazos y muñecas.

En una bici reclinada, al contrario, los brazos no deben soportar ningún peso y se emplean únicamente para dirigir la bici. Esto es un cambio que requiere un periodo de adaptación.

Existen dos tipos principales de manillares para reclinada: alto y bajo.

Los manillares altos exigen llevar los brazos elevados, aproximadamente a la altura de los hombros, lo que en viajes largos sí puede suponer un pequeño esfuerzo adicional; como contrapartida, la aerodinámica de esta postura es mejor.

Los manillares bajos se dirigen con los brazos completamente relajados a ambos lados del asiento; son más cómodos para viajes largos, aunque esta postura ofrece mayor resistencia al aire y necesitan algo más de tiempo para aprender a usarlos.

Cuello y hombros relajados

Aparte de que en las bicis convencionales los brazos sujetan buena parte del peso del ciclista, hay otro motivo por el que los hombros y el cuello del ciclista sufren: la posición de la cabeza. En una bici convencional, la mirada del ciclista se dirige hacia el suelo delante de la rueda delantera. Cuando quiere mirar al frente tiene que levantar la cabeza.

Por el contrario, en una bici reclinada la visión del ciclista se dirige de forma natural hacia adelante sin hacer ningún esfuerzo.

En una reclinada, en lugar de ir condenados a mirar un pedazo de suelo vamos contemplando cómodamente todo el paisaje que se abre ante nosotros.

Descansar sin bajar

Descansando sobre la bici

En una reclinada es posible descansar (o incluso comer) sin bajarse de la bici. Esto es una comodidad difícil de imaginar hasta haberlo probado.

Seguridad

Ante la visión de una bici reclinada, la mayoría de la gente supone que debe de ser más insegura. Se trata de un prejuicio infundado. Al contrario, las bicis reclinadas suelen ser más seguras que las bicis convencionales, por varios motivos.

Posición más baja y estable

En una bici convencional, nuestra posición es más elevada que en una reclinada. Si caemos lo haremos de una altura mayor. Por otra parte, la posición del cuerpo hará que si tenemos que frenar bruscamente tendamos a salir despedidos hacia delante.

Por el contrario, en una bici reclinada no tenemos ninguno de estos problemas. Generalmente estaremos más cerca del suelo y la posición reclinada hará que sea mucho más difícil salir despedidos en los frenazos.

Visión más amplia

De esto ya hemos hablado en el apartado de la comodidad. No solo es más cómodo, sino más seguro, por lo que lo incluimos también aquí.

En una bici convencional tenemos que hacer un esfuerzo continuo para mirar hacia delante. En una reclinada no. En una reclinada no solo no tenemos que hacer ningún esfuerzo para ver todo lo que está por delante de nosotros, sino que la visión es más amplia que en una bici convencional. Esto es una seguridad adicional en carretera y ciudad.

Velocidad

En igualdad de condiciones, las bicis reclinadas suelen ser más rápidas, pues el esfuerzo del ciclista se emplea de forma más eficiente. De un lado, la mejor aerodinámica de las reclinadas ahorra mucho esfuerzo. De otro lado, el ir apoyados contra un respaldo hace que el pedaleo sea mucho más eficiente que en las bicis convencionales.

Marchas

Las llamadas marchas muertas son las combinaciones de plato y piñón que no pueden usarse porque la cadena quedaría demasiado oblicua. La mayoría de las reclinadas tiene la cadena más larga de lo habitual, lo que permite usar cualquier combinación de plato y piñón.

Alforjas

Una bondad casi nunca recordada de las bicicletas reclinadas es que permiten llevar alforjas de tamaños y formas poco habituales y, sobre todo, sin riesgo de que las toquemos con los talones al pedalear (algo que a veces causa quebraderos de cabeza en una bici convencional).